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"Calíope" Jose Luis Muñoz |
Que traicioneras son las palabras. Que enfermizamente difícil es trabajar con ellas. Que caprichosas, que volubles, que pérfidas. Son anárquicas e impredecibles, como hojas atrapadas en un remolino; confiar en ellas es una estupidez, y no hay nada que puedas hacer al respecto. Está en su naturaleza ser resbalosas como peces, sibilinas como culebras, esquivas como ciervas. “¿Tu que eres, de ciencias o de letras?”. De letras, me cago en todo. De letras, para mi suerte y mi desgracia.
Con los números se puede llegar a un acuerdo: si eres capaz de seguir como un sabueso sus mareantes curvas y contra-curvas, y afilar tu mente como un cuchillo de disección, no te pondrán pegas y se dejarán manejar. Los números son gente razonable, sólo piden un poco de orden. Pero las letras…las letras se reirán de ti hasta el final. No siguen ninguna pauta, no hay fórmula alguna que valga para atraparlas. A veces revolotean, saltan, brincan, asoman la cabeza, no se están quietas ni un segundo. Otras permanecen agazapadas en las esquinas más oscuras de tu mente, silenciosas y ceñudas como adolescentes. Todo depende de su capricho.
Muchos gurús del best-seller han descubierto la fórmula literaria del éxito: tantos ingredientes, tantas medidas, tantos pasos…e voilá, ahí tienes tu pastel. Sus libros tienen una pinta estupenda, tan relucientes en los escaparates de las tiendas que dan ganas de comprarlos sólo para tenerlos en la balda, pero al hincarles el diente se te llena el paladar del inconfundible y polvoriento regustillo del corcho. En realidad no es un asunto demasiado dramático: la mitad de lo que te encuentras en la sección de “Los más vendidos” tiene ese inconfundible tufo a receta literaria, y a nadie parece importarle. A la gente le gusta el sabor del corcho. También les gusta la cerveza sin alcohol, el tabaco sin nicotina, el café sin cafeína, la carne sin grasa, las melodías pegadizas…
En fin. Que no puedes forzar a las palabras. Que no las esperes. Que son inoportunas como una visita no deseada y tan traidoras como gatas de arrabal. “Las palabras no han venido, inténtelo de nuevo más tarde.” ¿Qué no es justo? Y a mí que me cuentas. La musa se ha ido a tomar algo, y es mejor que no la esperes despierto.
Sé bien, que lo más intelectual es proclamar que esos libros, super-ventas todos, son el cáncer de la literatura...pero no te olvides que cumplen una función a la que no llegan ni los Kafka, ni los Unamuno, ni, siquiera, los Tolkien...me refiero, por supuesto, a que tienen el poder de enganchar a la lectura a gente que no ha leído en su vida. Y eso, es muy importante. Es decir, un individuo que no ha tocado un libro en su vida no le puedes dar la metamorfosis de Kafka (la cual ni he leído), porque en la tercera hoja la va a dejar y, aunque en un esfuerzo, ímprobo, se la lea, crees que va a sacar algo en claro??
ResponderEliminarPara tí la lectura es un hobbie, una manera de disfrutar y, por qué no, crecer. Pero para mucha gente, en realidad la mayoría, es un pasarratos (como para mi madre puede ser un culebrón de la tele).
Precisamente, por eso venden tanto, porque tienen un lenguaje sencillo (aunque lo complejo, tampoco es sinónimo de obra maestra, como por ejemplo, el smoke on the water que está hecho con cuatro acordes) y, son capaces de satisfacer los gustos de mucha cantidad de gente. Ésto, por supuesto, no te incluye necesariamente entre ellos, claro...
No se es menos inteligente por leer best-sellers, lo único que pasa es que algunos no encuentran en la lectura, la misma satisfacción que tú, prefieren algo que los distraiga de sus preocupaciones habituales (igual que los culebrones) de forma sencilla. Al igual que a ti no te apetece esforzarte mentalmente con una ecuación, ellos, por su parte, no encuentan estímulo en tirarse horas para leer una página...
Hola Pelines! Perdona por no haber contestado antes, es que soy tan astuta que no tenía habilitada la opción de "recibir comentarios al correo", y claro, no me había enterado de que estabas por aquí.
ResponderEliminarY ahora, entremos al trapo ;) Antes de nada, puntualizo que este texto lo escribí en la terrorífica época que sucedió al “Código da Vinci” de Dan Brown (libro con el que, por cierto, disfruté un montón en su día, y al que acabé cogiéndo manía). No sé si lo recordarás, pero fue espeluznante: no podías entrar en una librería sin encontrarte toneladas de libros monotemáticos ( conjuras vaticanas, sábanas santas, marías magdalenas y misticismo de andar por casa) que, te lo juro por todos mis muertos, no valían ni como entretenimiento, simplemente porque esos “escritores/as” no tenían la más mínima idea de escribir, y por lo tanto la historia se hacía pesada y aburrida: mete un investigador, un cura malo, un pergamino ocultado por la iglesia, aderézalo con unos cuantos datos históricos totalmente inventados, culmina con dos o tres sectas, y publícalo. Simplemente era la fórmula que funcionaba. Las editoriales sabían que eran libros malos de pelotas, pero también sabían que poniendo una pegatina en la portada que diga “¡¡Obra maestra!! Ya se lo ha leído todo el mundo menos tú”, la gente se lo va a comprar. Esos best-selleres contra los que arremeto no se venden porque tengan un lenguaje sencillo (muchos de ellos eran densos como losas, además), sino porque había detrás una intensísima campaña de publicidad en la que se movió mucho dinero. Sin más. Y eso me tocaba las pelotas sobremanera, como diría Pazos, el de Airbag XD
Lo que tu entiendes como literatura ligera, o de consumo, no me parece especialmente mala en sí misma. Al revés: me gusta, yo he leído mucha. Pero la clave para que un libro guste a mucha gente no debería residir en ese bastardo negocio editorial que te he descrito, sino en que el escritor conozca su oficio y sepa narrar. Ya sea su estilo sencillo o más complicado, ya sea un archiconocido paladín de la literatura o un total desconocido, sólo le pido dos cosas a un libro, y no necesariamente las dos a la vez: 1) que sepa engancharme con una buena historia, 2) Que me aporte algo, que me conmueva, que me emocione o que me amueble un poco el cráneo por dentro. Y pese a que a la mayoría de la gente sólo le interese el primer punto, te digo yo que para cualquiera que se atreva, es mil veces más fácil y gratificante leer un libro de Gabriel García Márquez , que uno de esos “best-sellers” actuales que se venden como churros. Muchos buenos libros, absolutamente “disfrutones” y sencillos (no porque lo diga yo, sino porque el autor los quiso hacer así ), son a veces traicionados por sus propios imponentes nombres: García-Márquez, Sampedro, Delibes o Laforet… a la gente le entra un perezón horrible, dicen “uf que va”, sin darse cuenta de son cien veces más fáciles de leer y más entretenidos que “La puta biblia de barro” que ves por todas partes.
En resumen, que entiendo lo que me quieres decir con eso de “distraerse de las preocupaciones habituales de forma sencilla”…por eso no entiendo cómo son capaces de tragarse semejantes bodrios, sólo porque un anuncio diga “Obra maestra”
Pd: Yo tampoco me he leído nunca nada de Kafka. Empecé con “El Castillo” y lo tuve que dejar por indigestión XD
Pd2: por cierto, escribes bien, pásate cuando quieras por aquí a darme caña :p