A Miguel Ángel Buonarroti, el escultor más celebrado de la Historia del Arte, le putearon durante todos los días de su vida. Quién podría sospechar que detrás del triunfante “David” se escondiera un hombre frustrado, explotado, empobrecido, financieramente estafado por sus comitentes y maltratado por papas y obispos. Miguel Ángel siempre tuvo una personalidad arisca: sufría fuertes arrebatos de ira y era propenso a la depresión. Durante los años de la licenciatura, me gustaba imaginármelo paseando por las calles de Roma, una figura sombría flanqueada a un lado por la luminosa silueta del joven Rafael , y al otro por la inconfundible estampa de científico loco del viejo Da Vinci. Supuse que su vida habría sido dura y poco gratificante… lo que no imaginaba es hasta qué punto lo fue. Hace algunas semanas, preparando una charla sobre el Cinquecentto (arte italiano del sg. XVI, es decir, renacimiento puro y duro), me encontré por casualidad con una carta del propio Miguel Áng...