Algo pasa con Pandora


Seguro que si pregunto ¿Alguien conoce el mito de Pandora?, todos levantáis la mano (alguno gritará: ¡Es donde viven los Na’vis!, pero confío en serán los menos). Pandora fue la primera mujer que pisó la Tierra, creada con lo mejorcito y lo peorcito que los dioses quisieron darle: Hefestos le moldeó un cuerpo de infarto, Atenea le dio inteligencia y maña, Afrodita la convirtió en una bomba sexual , y para cerrar con broche de oro, Hermes, dios de la Mentira, le otorgó el don de ser una zorra falsa y manipuladora, mil veces más astuta que el tonto’l orto de su marido Epimeteo, el Homer Simpson de la mitología griega. No podemos negarlo, Pandora MOLA.

El final de la historia también lo conocemos: los dioses, que tienen un humor de colmillo retorcido, le regalan a esta señorita dos últimos presentes: el primero, una mente curiosa e inquisitiva (made in Atenea, seguramente) Y el segundo: una cajita misteriosa. Muy misteriosa. “¿Y que contiene?” pregunta ella, “Naaada. Pero tú no la abras, ¿vale?” Darle una caja cerrada a una mujer curiosa es como regalarle a un mono un par de puñales: la va liar, y lo sabes. Total, que Pandora abre la caja (la tinaja, en realidad. Eso de la caja es un invento de los pintores, que pensaron que el botijo quedaba poco fino). Y en este punto de la historia es donde yo me pierdo.

 Que será, será...

Dice Hesíodo que la caja-tinaja estaba llena de MALES: la guerra, el hambre, la envidia, el dolor, la pobreza, la fatiga, la enfermedad… y que, al ser liberados de su encierro, se esparcieron por el mundo y acabaron con la Edad de Oro en la que hasta entonces vivíamos los hombres (Edad que consistía, según he visto repetidamente, en tirarse debajo de un árbol a comer bayas). Para cuando Pandora pensó “Cagada” y pudo cerrar la caja, casi toda la mierda había salido ya. Y cuenta la historia popular que, afortunadamente, Pandora bajó la tapa justo a tiempo y consiguió que no escapara la Esperanza, que vete a saber qué coño hacía metida en una caja llena de MALES. Entonces todos nos refocilamos y aplaudimos, y nos enjuagamos una lagrimilla, porque nos damos cuenta de que, aunque el dolor y la muerte imperen en el mundo, la raza humana seguirá luchando, porque tenemos Esperanza. Ta-ta-ta chaaan. Se cierra el telón.

Falta alguien que diga "Mujer tenías que ser"

Y ahora yo me pregunto. ¿Por qué coño aplaudimos y nos refocilamos? ¿Somos tontos o qué? ¿No nos acaba de decir Hesíodo que todos los males andan sueltos por el mundo, penetrando en los hombres y contaminándolos…. y que la Esperanza está encerrada, absolutamente fuera de nuestro alcance? Hesíodo afirma que lo que está en la Caja de Pandora, en la caja queda: no sale al mundo a no ser que alguien lo libere. Así que para un detalle que tienen los dioses, que es cometer un error de catalogación y meternos algo bueno junto con todo el turrón del mal, resulta que se queda dentro. Cojonudo. Por este motivo la Edad del Oro terminó, y comenzó la Edad del Hierro (en la que todavía seguimos, por cierto). Entonces, insisto ¿Por qué aplaudimos? Haber dejado la tapa abierta hasta el final, y así al menos la Esperanza se esparciría por el mundo junto con todo lo demás. 

Y ahora llegamos al quid de la cuestión: ¿y si en realidad toda esta historia incoherente no sea más que un error de…traducción? ¿O incluso de interpretación? Lo que yo quería proponer es lo siguiente: Vamos a imaginar que la caja de Pandora no está llena de MALES, sino de BIENES. Es el comienzo de la Humanidad, y los dioses le dan a Pandora una cajita con todo lo bueno de lo que somos capaces: generosidad, bondad, alegría, fuerza, paciencia, fe, caridad, amor… esperanza. Y que Pandora baja con todos esos dones a la Tierra. Y que entonces se aburre y abre la Caja, y deja escapar a la generosidad, la bondad, la alegría, la fe, la paciencia, el amor, que abandonan la Tierra y suben hacia el Olimpo, dejando el mundo hecho un asco. Y los Dioses se descojonan señalando para abajo, y diciendo “Os lo merecéis, capullos, por querer ser como nosotros”. Pero entonces Pandora espabila y cierra la caja y se queda abajo, en la Tierra, pequeñita y acojonada, la Esperanza, más sola que la una en una tierra hostil. El más frágil, el más quebradizo y sutil de todos los bienes, frente a todos los males del mundo. Hay que tener valor.

En fin, no es más que otra opción. A mí me gusta. No olvidemos que la naturaleza de Pandora es precisamente ser un castigo para la humanidad. Un regalo envenenado a los que tan aficionados eran los dioses griegos: “Toma ¿te gustan la paz, el amor, la concordia, y la fraternidad? Pues despídete de ellos.” Pero también gracias a Pandora queda algo en el fondo, algo que los dioses hijoputas no han conseguido arrebatarnos. Todavía.

Ey, espera, se me ha ocurrido una cosa. Voy a ponerme metafórica, cuidado. ¿Y si resulta que el corazón de los hombres es la propia Caja de Pandora? ¿Y si todos tenemos un montón de mierda en nuestro interior, puesta allí por los mismos dioses, y la dejamos escapar como quien se tira un largo y nauseabundo eructo que infecta nuestro mundo, pero nos guardamos muy adentro la Esperanza, para consolarnos del mal que nosotros mismos hemos liberado? Puede ser. Un poco new-age, pero puede ser. 


Comentarios

  1. Yo reconozco que la interpretación que más me ha gustado siempre del mito es ésta: http://www.bookaffinity.com/portadas/origsuptegevanmpntiqummnpaejgbgc.jpg

    Probablemente porque soy algo pesimista respecto a la humanidad en su conjunto y optimista en relación a los individuos. Por eso me resulta interesante la metáfora final, aunque puestos a elegir una opción para hacerla leyenda... me gusta mucho la de los bienes.

    Eso sí, me imagino los reproches posteriores a la apertura de la caja y la imagen me resulta curiosamente actual XD
    -¡Por tu culpa estamos hechos una mierda!
    -Deja de quejarte, gracias a mí podemos mejorar.

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  2. Nenya, muy interesante, como todo lo que escribes. Desde luego la interpretación que das referente a los bienes, me gusta más que la otra. Respecto a que sea el corazón de los hombres, como dices en el último párrafo, diria que, en mi opinión, es como considerar que el hombre tiene demasiado poder. Me explico. Por ejemplo, si yo me cabreo mucho, lo más seguro es que mi vecino de al lado ni se entere (bueno, a pesar de que las paredes son de papel, pero es que no me gusta gritar). Si además de cabreado me pongo cabroncete, y con deseos de esparcir el mal por la humanidad, pues lo más probable es que la gente que me rodea me lea la cartilla y se acabó. Pongámonos en el caso de que sea un tipo realmente malo, de esos que son conocidos en los barrios. Pues casi que el peor efecto que podría causar en el prójimo sería que se cambiaran de acera al verme, para no cruzarse conmigo. Quiero decir con ello que, en mi opinión, el poder de los hombres, en general, sobre los demás, es muy limitado, tanto si queremos "esparcir" bien como mal.

    No obstante, sí que creo que hay gente, muy poca, que realmente tiene poder. Entre ese grupito de privilegiados, quizás la mayoría se dedique a joder al personal. Quizás la Caja de Pandora que tú dices podría ser su corazón, pero en ese caso dudo que la esperanza tenga algún sentido para ellos, porque no les importa en absoluto el mal que hacen, sino todo lo contrario. No obstante, hay también algunas personas que tienen la capacidad de hacer el bien sobre los demás, y sin darse cuenta impregnan de felicidad todo lo que tocan. Y la esperanza que dices bien podría ser lo que estas personas aportan al mundo. Yo solo conozco a una persona de este tipo. Es mi luz del norte, mi aurora boreal. Aquella por la que cada día doy gracias a las hilanderas, que decidieron juntar nuestros caminos.

    En cualquier caso, como buen frikingo, casi prefiero la mitología nórdica. En ella las cosas están claras. Los dioses en general no están muy interesados en los hombres, ni en favorecerlos ni en putearlos. El papel de los hombres es más bien el de servir de diversión para los dioses, así que la forma de comportarse estaba clara: había que ser un guerrero y pelear con honor, porque seguramente los dioses estaban mirándote y pegándose la gran juerga mientras tú estabas ahí esquivando mandobles de la espada del enemigo. En fin, actualmente no sé cómo se podría contentar a los dioses nórdicos. El tema de la espada queda algo lejano, y no creo que a los dioses les divirtiera ahora un grupo de frikis con espadas de madera en un mercadillo medieval (por más que a mí me guste). Supongo que se habán vuelto más sofisticados y habría que esforzarse un poco más.

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