They tried to make me go to rehab, and I said NO, NO, NO...
Desde que he empezado la rehabilitación, tengo el codo a rabiar de dolor. Me tiran y pinchan todos los músculos de brazo, hasta aquellos que ni siquiera sabía que tenía, como el tríceps y el braquiradial. Dice mi fisioterapeuta que no me preocupe, que eso es normal. Pero es que a mi fisio TODO le parece normal. “-¿Es normal que me duela si hago este movimiento? -Si... -¿Y es normal que me den espasmos cada vez que doblo el brazo? -Si... -¿Y es normal que sangre por los ojos, me salgan estigmas en las palmas y me exploten las cuencas oculares? -Si...". Tengo la vaga sospecha de que no me escucha, de que contesta sin pensar sólo para que le deje trabajar en paz. La verdad es que soy la típica paciente que cuando va al médico no se calla ni debajo del agua, describiendo con minuciosidad todo tipo de síntomas idiotas ( "Pues resulta, doctor, que cuando bebo mucha agua luego me meo") o absurdamente irrelevantes (“A los diez años me partí los morros saltando el plinto en clase de gimnasia, quizás sea un dato concluyente…”), impidiendo de esta manera que el médico se concentre lo suficiente para escribir, teclear, o llegar a cualquier tipo de diagnóstico. Suelen mirarme por encima de las gafas hasta que me callo.
Retomando el tema: en la sala de Rehabilitación nos tratan a todos los tullidos a la vez, excepto si has tenido el raro privilegio de romperte el coxis o el ojete cúbico, lo que te da derecho a una salita individual con su puerta y su todo. A los dos fisioterapeutas se les reconoce porque van de aquí para allá llevando bolsitas de hielo: uno tiene cara de empanado, el otro se parece a Borat. Gracias a dios me toca el empanado. A grandes rasgos es un chico majete, aunque tiene ciertos problemas para comprender el elemental lenguaje de los alaridos ("Silencio" = no me duele; "Ay"= me duele un poquito; "¡Aaaay!"= me duele mucho; "Alarido": suéltamehijodelagranputaaa!. Simple, ¿verdad? Pues para Empanado no)
Mientras espero mi turno, suelo ponerme a hablar con el chaval más normal de la sala (en términos relativos, claro, porque hay cada fauna…). Se llama Rodrigo y es el clásico pijo con pedigrí, de pelo lamido y polo Fumarel, capaz de entablar conversación hasta con los potos del pasillo. El pobre se ha roto el fémur en tres cachos de la única manera en la que los pijos se rompen cosas: esquiando en Candanchú. Tiene una cicatriz dantesca que me enseña con orgullo de espartano, obra de un eminente cirujano llamado Abdul Al-Assan (o algo asi). Yo también le enseño la mía. Al final hemos llegado a la conclusión de que las dos son asquerosas, pero la suya más.
Empanado me lleva a unas anillas de extensión que parecen diseñadas por el mismísimo Torquemada, y mientras agonizo, sudo y reniego de Dios, un señor de Hamburgo que se ha roto el pie me cuenta chistes en alemán y se parte el culo de risa. Pese a lo absurdo de la escena, intento devolverle la sonrisa con educación, mientras Empanado me descoyunta concienzudamente. Me da vergüenza que los desconocidos me vea lloriquear/ gritar/ jurar en arameo, así que me trago las lágrimas y le digo al alemán que me cuente otro chiste. Anoder güan, anoder güan, le animo. Sólo se queda mustio ante la torva presencia de Borat: al germano le están aplicando masoterapia linfática manual, pero a mí, que soy una profana, me parece que lo que le están aplicando son ostias como panes.
Borat y Empanado haciendo su trabajo. Es muy saludable.
A eso de la 1:00 me alegra el día la llegada de Muscle Man. Su silueta, en la tradicional pose del botijo, se recorta siempre durante unos dramáticos segundos contra el marco de la puerta e inmediatamente empiezan a flotar en el ambiente los primeros acordes del “Eye of the Tiger”. Los centros de rehabilitación siempre están llenos de deportistas ultra-vitaminados con los tendones rotos por hacer el gilipollas con las pesas, y Muscle-man no es excepción. El fisioterapeuta Borat le da un rosco de gomaespuma y el hombre se entretiene subiéndolo y bajándolo con expresión reconcentrada, al ritmo de una banda sonora que sólo él es capaz de oir. Muscle Man es todo actitud.
Finalmente, dominando este camarote de los Hermanos Marx, existe una señora a la que he bautizado como The Voice: nadie la ha visto nunca, más su voz mana incesantemente desde detrás de una misteriosa puerta “…porque yo le digo a mi sobrino que la corbata viste mucho ¿no te parece, joven, que la corbata viste mucho?…”, y no se detiene bajo ningún motivo, ya pueden estar retorciéndola los pulgares o aplicándole electro-shock, es inmutable como una roca, “… y los calzoncillos de pana están muy bien para el invierno, aunque claro, para verano no …” . Mientras me arrastran a las espalderas, donde me auto-torturo durante 15 minutos, ella continua implacable “… y añades un cuarto de tocino y unos puerros picaditos, y aluego el avercrem…”, y hasta durante la sesión de anillas de la Santa Inquisición, se cuela su letanía por entre los resquicios de mi cerebro “…y la Belén Esteban, es que es ordinaria-ordinaria, no me digas que no…”. Una persona con tamaña resistencia al dolor y tamaña capacidad para el monólogo haría suicidarse a más de un inquisidor allá por el siglo XVI.
Por fin terminan conmigo, me ponen hielo, me da una piruleta y me mandan para casa. Lo último que oigo antes de cerrar la puerta es a The Voice salmodiando “¿y ya le he dicho, joven, que la corbata viste mucho?...”. Basta de rehabilitación por hoy. Mañana más y mejor.
Que no te engañen
Suelo decir que no hay nada peor que el aburrimiento, pero me da que es porque nunca me han obligado a confesar como te están haciendo a ti ^^U
ResponderEliminarÁnimo!
por desgracia, y en buena parte por haber hecho bastante el bestia, llevo ya unas cuantas tandas de fisioterapia y rehabitilación, en rodilla, cuello, espalda, muñeca... y dentro de nada me embarco en una nueva aventura: cuello y espalda a la vez... lo que más me jode, es que (casi) todos los fisios y rehabilitadores por los que he pasado han hecho un Magister Universitario en Sadismo Aplicado (Escuela de Torquemada)... Indefectiblemenet, se basan en el principio "Teniente O´Neil": si no hay dolor (extremo) no hay mejoría... Eso por no hablar de las largas esperas, que de las 2 horas que te tiras de media, los tratamientos no superan los 45 minutos... Vamos, que no regreso hasta el 20 de mayo a la sala de torturas... y ya me estoy haciendo mala sangre... Valor y Coraje, Nenya...
ResponderEliminarPues en primer lugar, Nenya, desearte que te recuperes pronto y acabes la rehabilitación. Bueno, respecto a los fisios, tengo que decir que un buen amigo mío lo es. Además, fuimos compañeros de piso durante mi época de estudiante en Granada. Y la verdad es que, tanto yo como los demás compañeros de piso, le temíamos explotado. Cada día hacíamos cola para que nos diera un masaje! Pero claro, nuestras lesiones nunca pasaban del típico dolor de cuello de tanto estudiar (bueeeeno, también podría ser de tanto jugar a las cartas), y algún eventual esguince de codo por sujetar mal el cubata XD
ResponderEliminarjejeje tranquila y animo!!! a mi me toca el miercoles y el mio he desarrollado una técnica de masaje desde lejos fuera de mi alcance para que no le golpee cuando me hace demasiado daño!
ResponderEliminarjajajja, tu fisioterapeuta debe ir con armadura y casco Itxa,porque como le alcances con un "calmante" en el muslo (de esos que me metías a mí), se puede ir a casa cojeando
ResponderEliminarJo chica, ya siento que te hagan tanto daño en la rehabilitación, pero lo cuentas de una forma tan desternillante que no he podido parar de reirme desde que he empezado a leerlo hasta que he terminado.
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