Los hobbits del Monte Gorbea




Frodo Bolsón era vasco, lo afirmo categóricamente. “Si claro, y Gandalf de Burgos”, pensarán algunos escépticos lectores... pero dejad que me explique, incrédulos, y que exponga mis argumentos. Hay que leer para creer.

Monte Gorbea, 11:00 a.m. Un amiga y yo, bien pertrechadas contra los rigores del mes de enero, echamos a andar por un sendero de montaña con la firme intención de hacer cima antes de que se nos trague la niebla. Las dos alegres menditzales vamos quemando etapas sin ninguna profesionalidad, parloteando de nuestras cosas y echando fotos como japonesas cuando nos parece divisar, no muy lejos, la inconfundible fachada de Bolsón Cerrado a través de las ramas de un viejo hayedo. 
Bolsonetxea

La puerta no es verde, ni luce la marca de Gandalf tallada en su superficie. Tampoco tiene pinta de ser un lugar cómodo, caliente ni confortable: a través de sus ventanucos puede distinguirse una oquedad goteante desde cuyas sombras te miran, con siniestra insistencia, un Cristo de ojos alucinados y una Virgen con cara de hambre. Hay flores marchitas, insectos muertos y domina por encima de todo el denso olor de la humedad. Para resumir: que si se te ocurre meter a un hobbit en este agujero, ya le puedes estar pagando el psicólogo lo que le quede de vida.

Pero a pesar de la niebla, de las estatuillas cristianas y de la inquietante presencia del hayedo (cuyos árboles retorcidos parecen cadáveres énticos), la arquitectura de la Comarca resulta inconfundible y no se esfuerza en disimular: como una pátina invisible, es capaz de envolver las aristas invernales del Gorbea, y recrear en ellas la atmósfera suave y delicada de las laderas de Hobbiton…


…así que vamos a pararnos un ratito aquí, si os parece bien, ante la ruinosa puerta de Bolsón Cerrado. Dejad las mochilas en el suelo y sacad vuestras pipas si las tenéis (los malditos menditzales no suelen fumar por aquello del rendimiento, pero a mi me gusta llevar encima una bolsita de tabaco aromático por si las moscas). La cosa es que estéis cómodos y que me escuchéis bien, porque os voy a contar un cuentecito vasco cuyos aires tolkianos, a partir de la mitad, son tan fuertes que es imposible pasarlos por alto. Un cuento que tiene tantos años que algunos lo llaman leyenda, y otros mitología. No me lo voy a inventar, aviso. Es una historia tan “cierta” como la de Deidre, Melusina o Pigmalión, sólo que en este caso nuestro héroe es tan desconocido que por no tener, no tiene ni nombre. Ésta es la historia de cómo un joven de Zegama (Guipúzcoa) logró, gracias al su ingenio y sangre fría, cargarse al monstruo malo de turno: el gigantesco Tártalo.

Tártalo era un cíclope, y como todos los cíclopes, medía más de cinco metros de altura, tenía un solo ojo en mitad de la frente y gastaba una mala ostia legendaria. Su dieta se basaba principalmente en seres humanos, que son muchos más fáciles de atrapar y mucho más blanditos que el resto de los animales: esa misma tarde había conseguido atrapar a dos ejemplares bien jugosos, una pareja de hermanos que vivían en el cercano baserri de Antimuño. Los tenía encerrados en una cueva, y en ese momento los miraba con gesto pensativo. Finalmente el gigante señaló al mayor y dijo:

- Tú, para hoy.

Y agarrándolo del pescuezo, lo ensartó en un espetón, lo puso al fuego y se lo comió delante de su hermano. Cuando terminó, Tártalo señaló al pequeño, y remató:

- Tú, para mañana.

Queriendo asegurarse de que la cena no se le escapara durante el descanso (cosa bastante frecuente), el cíclope colocó un anillo en el dedo del joven de Antimuño. Sus intenciones, como os podéis imaginar, no eran precisamente matrimoniales: se trataba de un anillo mágico que sabía hablar. Así, cada vez que Tártalo preguntaba:

-Non hago? (¿Dónde estás?)

El anillo contestaba:

-Hemen nago!  (¡Aquí estoy!)

Lo cual debía ser bastante estresante para el portador. De esta manera, ya con la presa bien controlada, el monstruo cerró su ojito con la intención de relajarse un rato y desconectar. Malísima idea, por supuesto. El joven de Antimuño, enloquecido por el dolor, agarró el espetón candente en el que todavía colgaban los restos de su hermano (tres hurras por la delicadeza de las leyendas vascas), y con toda la fuerza de su furia vengadora, se lo clavó a Tártalo en todo el ojo, dejándolo ciego al instante.

 
Ehem,ehem, ya sé lo que estáis pensando… ¿No se llamará Ulises el chico de Antimuño, no? ¿Y no tendrá, por casualidad, pinta de griego? Pues no, señores: en esta versión el protagonista es de Zegama, viste abarcas de pastor, y no ha puesto un pie fuera de los Pirineos en su vida. Hay que ver cómo es la cultura griega, una se la encuentra en todas partes… va dejando su huella por Europa igual Hansel y Gretel dejan miguitas por el bosque.

En fin, continúo.  Dentro de la cueva pasó lo que ya os imagináis: el monstruo se levantó dando alaridos, buscando con frenesí al pobre desgraciado con la intención de convertirlo inmediatamente en un tentempié nocturno pero claro, no veía un pijo. Es uno de los inconvenientes de tener un espetón clavado en el ojo hasta la empuñadura. Así que el cíclope se plantó ante la puerta de la cueva, decidido a que el chaval no saliera vivo de allí. 

Mientras tanto el pobre tipo se había escondido debajo de un montón de pieles de oveja, así que cuando el cíclope aulló "Non dago?", la voz del anillo delator sonó amortiguada por la cantidad de kilos de lana que tenía encima, Hemen nago!. Tan suave sonó, y tan lejana, que el monstruo creyó que venía del exterior. Enfurecido, dio un paso fuera de la cueva y durante unos segundos, dejó libre la salida. En menos de lo que canta un gallo, el joven de Antimuño ya se había deslizado por la ranura y corría a toda velocidad por las campas de Zegama, dejando tras de si una estela de humo como en los dibujos animados.

Mecagoendioxxxx...

Pero ahora viene lo mejor, señores. Tártalo, que no era muy astuto pero tampoco tonto del culo como su primo el de Grecia, se dio de cuenta de que la cena había escapado. Así que echó a correr por la campa detrás del fugitivo, siguiendo la voz del anillo que continuaba gritando "Hemen nago, hemen nago!" como un descosido. Aunque cegado por el espetón, cada zancada del gigante valía por siete del joven, y las distancias se acortaban mientras el pobre trataba desesperadamente de sacarse el *uto arito del dedo. Pero nada, que no había manera, parecía pegado con Loctite. La situación era desesperada: no podía correr más rápido que el monstruo, ni esconderse en ningún lado, ya que el anillo le delataría, ni sacárselo a la fuerza... Así que al chaval, ya con el aliento de Tártalo haciéndole cosquillas en el cogote, hizo lo único sensato que se le ocurrió (en esas circunstancias): se arrancó el dedo de cuajo, rrrrraska. Con dos cojones y un palito. Acto seguido, corrió hacia una profunda sima y sin pensárselo dos veces, arrojó su dedo cercenado al abismo con joyería incluida. Justo a tiempo: Tártalo preguntó por última vez "Non hago?”, el anillo contestó “Hemen nagooooo…” mientras hacía caída libre, el imbécil del cíclope siguió la voz yyyy... *catacrocker* cayó por la sima, metiéndose tal ostiaza que, no os sorprenderá que os diga, murió en el acto.

Y fue gracias a la astucia un humilde chaval del baserri de Antimuño que los habitantes de Zegama pudieron volver a vivir en paz, sin la amenaza del Tártalo que asolaba la comarca. La astucia de un chaval muy valiente que se quedó sin dedo por lanzar un anillo mágico a las profundas simas del monte de Zegama, destruyendo con él a la criatura maligna de un solo ojo.

Quien te mandaba, Patxi

Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado. Otro día, más.

  • NOTAS
- Como en la mayoría de mitos vascos, esta historia ha sufrido cantidad de variantes. No hay que olvidar que las leyendas son algo vivo, casi orgánico, y se propagan como plantas trepadoras alrededor de un tronco común: en algunas versiones la cueva está en Muski, en otras en Goerin,  la mayoría la ubican en Zegama. A veces aparece el anillo, y a veces no.  Algunas sostienen que no se trataba de una sima, sino de un río, y que el Tártaro se ahogó. Hay gente que afirma que el chaval no se arrancó el dedo, sino que se arrojó él enterito. A veces decide esconderse bajo un montón de pieles de oveja, y a veces se escapa igual que Ulises, a cuatro patas bajo una de ellas. El bicho puede llamarse Tártalo, pero también Torto, o incluso Alabari. Étc, étc, étc…
- Todos los sitios que menciono en este post son reales y se pueden visitar: Gorbea es el corazón montañoso de Euskadi, Bolsón Cerrado se llama en realidad la Ermita de Nuestra Señora de las Nieves, y la cueva del Tártalo es un antiquísimo dolmen llamado Tartaloetxe (literalmente, "Lugar de la casa de Tártalo") , que se levanta en lo alto del monte Sadaar, en Zegama... Fijáos si tenéis excursiones por hacer. 

  • BIBLIOGRAFÍA
- Barandiaran, J. M. "Mitología vasca" Ed. Txertoa. Donosti, 1996.
- Alzate, R.; Aritza, B.; Del Río, R. "Mitologika" Ed. Astiberri. Bilbao, 2001.
- Martínez de Lezea, T. "Leyendas de Euskal Herria" Ed. Erein. Donosti 2002
  • ENLACES
-http://es.wikipedia.org/wiki/Gigante_%28mitolog%C3%ADa%29
-http://tximas1984.wordpress.com/2009/03/29/mitologia-vasca-tartalo/
-http://www.ataunturismoa.net/ca/mitologia-ataunen/03-tartalo.php
-http://es.wikipedia.org/wiki/Polifemo

Comentarios

  1. Me encanta ^^ Seguro que Mari agradece que retomes los posts de mitología vasca, jejeje.

    Al leer tu post se me ha encendido la bombillita esa de toda la vida y he ido a revisar una historia que tenía algo oxidada, la del anillo de los nibelungos. No es exactamente igual pero sigue teniendo un héroe que recupera un anillo mágico que termina siendo arrojado a algún lado y el "malo" de un sólo ojo es destruido en el proceso. Como bien dices, es curiosa la forma en que se han ido entremezclando las culturas por Europa a lo largo de los siglos :)

    Por cierto, a tu foto le falta la pipa ;P

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  2. Para confirmar tu historia decir que existe un antiguo asentamiento élfico en las faldas del Gorbea llamado Élegor de la Hiedra, al sur de los puentes de Arlobi. Real como la vida misma!! Se van juntando las piezas del puzzle!!!

    muxuk!

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  3. Me encanta como escribes.

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  4. Talban: Ahhh, los anillos, son un filón folcklórico... y todos siguen una línea argumental parecida. La joyería mágica tiende a ser malvada de cojones XD

    Unknown, alias "Kuni" XD: según te leo, me parece estar oyendo la voz en off de Gandalf murmurando: "Has de atravesar el bosque élfico de Élegor, joven Frodo, más allá de los Puentes de Arlobi, hasta llegar a las tierras de Rohan..." jajaja. A ver cuando nos animamos a subir el Gorbea por la cara sur, y rebuscamos a ver que se esconde entre la hiedra ;)

    Anónimo: muchísimas gracias, de verdad! ^_^

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  5. Que interesante historia y que bien redactado, me encanta! He visto la historia a la perfección ;) Muchas gracias.

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